domingo, 24 de abril de 2011

FRAPPÉ.


Cada enlace se surte antagónico ante

la vespertina que se hace ambulatoria

semejante intemperie...

y yo que la miraba tras las cortinas.


No se ha de interponer en sugerencias,

burbuja a burbuja,

cada plato enmascara un asesinato,

junto con sus dedos que se parten

semejanzas con el hielo,

con el contacto acuático;

cada azul que se cubre y una lápida se resquebraja.


Sobémonos pues con el papel

tinta-frappé, huevos de orozuz

habremos de ser cuchillos.

MANUAL DE AUSENCIAS: SALMO SOLEMNE.


Quiero hacerme el amor, quiero desgarrarme en interruptos para buscarte a ti cada vez que me miro. Deseo mis abrazos cada vez que te tocas pensando en mi y abusando de mi carácter representado. No quiero que nos pidamos permiso y abolamos la distancia con conjuros prohibidos, recurriendo a la amalgama para desdoblarse y hacerse uno mediante la dualidad. He de frotar tus senos cada vez que me toco los ojos y has de incitar tu fuego con el escaso hálito de mi mirada cadenciosa. Te ordeno y me reclamo tuyo al rasgar tus bragas con el furor del pensamiento y prender en hielo el exordio de mi influencia sobre el cáliz de tu ser.


Me masturbas cada vez que mi vagina se humedece y tu pene frondozamente mira con altivez el cielo, cielo que se nubla cada vez que la leche tus senos se sintoniza con el calor que hay en mis labios, tus labios, nos labios. Si no te pienso es por que reclamo con indiferencia le verdad de tu húmeda existencia en singularidades de vigor tumultuoso, esquinas varias, salones píos y la complicidad de tantas noches insistentes. Quiero que eyacules en mi boca y mi vagina con tu pene descarado... mis cumbres te maldicen cada vez que tu te alejas. Eres mía mujer-hombre, soy tuyo como hombre-mujer. Mutila mis-tus sexos con injurias delicadas para luego profanarnos en los juegos del amor.


Te odio cada vez que me da la gana y te deseo con la ausencia para imponer mi falta de deseo... mentira absurda si he de vernos a los ojos con las lágrimas de las ventanas que se burlan de mi desnudez. Te amas cada vez que a ti te place y con correas en tus manos gritas mi nombre entre los fluídos de tu falda-pijama. Mirame con la ira, acariciame con los golpes de tus labios, pervierte mis castos lóbulos con la indecencia de tus pestañas, impregname el virus de tu inmanencia para hacerme sien en la cabeza del bombom bum de tu lascivia.


Nos deseo, te deseo, te deseas; me deseas, me deseo. Haré que mi dulzura se inflame como picadura extraña en los brazos del foráneo. Tócate nuevamente, con fuerza, despacio... que tu clítoris grite mi nombre como el himno de los cielos. Que mi glande devenga en bulbosa boca que sólo sepa un idioma, una palabra... la palangana de tu nombre. Así haremos la mandala, así seremos dios.