MISIVA NARCOLÉPTICA.
Ella tan mojada como
seca, seguía debiéndole lo que había pagado... viene a morir lo
que ha vivido; para qué seguir entonces, interpelando las congojas
de lo mismo que le hacía diferente todos y cada uno de mis días.
Para qué seguir callando, si ayer vendrás a decirme aquello que no
paro luego de decirte.
Basuras y bandadas de
pájaros no natos que la siguen sobrevolando en cada línea del
esputo. Muy sintáctico si se le mira, por que es ahí dónde te
revelará lo que habías extendido. Una playa, cajas varias y seguía
dormida en la más atenta de las luces; soberanas cofradías que se
ambivalen en una cuestión de inmediatos, rascados de guitarra
criolla y la amplitud de las “eshes” que devienen “zetas”.
Y si he dormido, tan
despierta que muy seguramente he de encadenar con calma, todas y cada
una de las piezas que conformaré en las palmas al desnudo. Mil y un
ellas en cada minuto que le ha pasado, para dejar lo que ha seguido
con los cambios del reloj. Y me ubico tan sencilla, tan elocuente que
al asomarme al espejo sé que tengo barba, que hoy es lunes, que
demás que hace un tiempo seguirá siendo lunes y la regla está en
el día más complejo.
He de seguir de pie,
caminando junto al perro que aparentemente me persigue por que pienso
que ya no es mío. De nuevo abrir mis ojos y ver que es de noche,
trascender la náusea que le ausculta.
Las impresiones son
menores en cada toque a profundidad; cada vez más alto y el caniche
que se supo, le supo haciendo y dando lo no hecho y recibido: Lata
abierta y a comer.
Todo lo que me atrevo a
preguntarme es si en cada cual sigo estando, o me siguen estando en
los suspiros, los abrazos rotos, los lechos que le compartía al
momento de excluírme...
La sinceridad obtusa de
la vejez ennoblecida a mano derecha, sin vergüenza y la pregunta del
por qué me duele si es tan sana cada raja en la abundante
colagenopertura del par cardinal.
No es tan sencillo, mejor
es descomplicado; un parpadeo y me gusta la mujer de enfrente que me
enfrenta, una risa y le vislumbro bello estando cerca al puto perro
que me ladra al dormir despierto. Cada moretón en mis ambas caras me
perturba, no tolero los dolores del sentir por cuatro partes.
Y al morirse en cada
sueño y expirar en cada vida, se decide tan hermosa como ruda es la
constancia de su agudeza, los cambian de la cuerpan, sus frases que
me enlamparan y cada salto drástico al sueño númeno que interpela
por cada uno de mis todos que me seguirán estando sin yo estar, sin
ensillarme cuando me encigarro, pues entre chiste y chanza le estuvo
perpetuado, como los goces de entre-cuerpos, como los dotes de
entre-manos.