sábado, 8 de mayo de 2010

POSDATA.


Epílogo de una carta, posdata:

siempre pienso en tí.



No hay cara que cubra la tuya,

no hay cuerpo que cubra el tuyo,

no hay en mí aquello que hay de tí.



Siempre me pierdo en los espejos

cuando la copa rebasa la cabeza,

nunca me pierdo cuando estás en ella.



Ella, ella y tú, siempre juntas,

amigas de la mano, hermanas

en la sangre... sólo una, sólo tú.


Siempre se me acaba la tinta,

no escribo sobre el papel,

mi espíritu está en tu alma...

no me temas que me matas,

no me mates que te olvido.



Solo muere aquel que olvida,

no me olvides, no me olvides.

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