viernes, 21 de agosto de 2009

CURA

- Te duele, no es así?
- Definitivamente.

La ironía de la cura hecha penuria, constituye la más deliciosa de las fluctuaciones cadavéricas e inmarcesibles de esa ópera prima de la esperanza perdida en ese ardid absurdo, inexplícito y categórico.

La escafandra hacia eso mismo, opúsculo bizarro y no menos bello; palpita entonces desenfrenado al tocar o a lo sumo percibir la cálida loza fría que como un imán vaporoso incita a la carne, a reaccionar como si se tratara de un momento fálico, brutalmente responsivo a un estímulo sexualmente atrayente.

- Luce horrible.
- Está hecho una mierda!!

Hay que curarse primero antes de ayudar; esparcir la infección no hace palpable otra cosa más ridícula que un teatrino tragicómico y miserable, comparable con las historias arameas de otrora, concepciones de criaturas barbadas, curiosas y desesperanzadas.

- Se te ha corrompido, de eso no hay duda!!
- Busca ayuda.

Intrépidamente es ese uno de los tantos collages de agua mala y peculiares, abruptas y maltrechas intensiones, prestas a la transición, transformación y transgresión de lo mismo, lo de siempre, lo de nunca; la ruptura de fuente de esa madre llamada realidad, escupiendo al hijo masilento de la irregularidad, no menos virulento e invasivo, en vías del matricidio dramático, constructor de madres y hacedor de viudas.

- Búsquese un médico, yo lo llevo.
- Voy a ver hasta dónde llego.

Carcajadas, todas ellas, no las oyen, son muy claras, son latidos, es la sangre, la interrupción, la metáfora, la vecina gorda, la tía que no existe, la gran familia, farsa mono-nuclear, a lo sumo del costo de la vacuidad y la superchería.

- Sus dolores son su culpa.
- Yo sé, ahí les pongo la cara.

No interesa entonces, al final no se sabe dónde se abrió la galleta china, dónde paró el bus, dónde quedó el Germania o porqué el de dios no paró; eran las 6:45, pero al final y sólo al final, jamás se supo, jamás, jamás.

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