lunes, 22 de marzo de 2010

IMPULSO.
Qué colmo de vaguedades todas estas, letras inmanentes que me miran indiscretas. Todo esto es si acaso incipiente, por no decir otra cosa. Definitivamente el arte de escribir es para aquellos que poseen las virtudes de la vicisitud del mal oficio de ser librero entre historias propias e intangibles entre un mar de mares de cabeza al sol; sol que en sí mismo no es otra cosa que una misma cosa partida en mil pedazos con retazos infinitos de vacío entre sus haberes. Al no esperar nada de estos grafemas, no doy marcha atrás y permanezco en pie de lucha, en busca de una lucha para continuar en pie de... ya sabemos. No podría suponerse entonces que los pasajes de un laberinto fueran simples líneas rectas (segmentos breves) o sí?

Narrar a pulso del impulso, eso si es madera, qué árbol más ridículo. Esas exquisiteces de la mala ortografía que nos endulzan el paladar de la ignorancia, son como atalayas panegíricas prestas a la vigilancia de un café con leche, café con leche, café con leche, leche con café, chele noc fecá, nocféca chele, eleche onc efac, shhhh..., crr!!.

Por fin, creo entonces que él, yo ella, he despertado del despertar y para colmo yo nos estamos dormidos sueño en un que parece empieza a salchichas huevo y tocino; qué branquistocrona tan absurda, tan coherente, tan armonicotóxica, tan mudelocuente, tan, tan, tan... tan de nada y gracias. Si, si y si, negativo, negativo y por fin neutro y por principio no neutro, reactivo... !!Examen!!.

Su país estamos en constitución de estado permanente, el arte de escribir es para los mancos con sus máquinas de viajar en el tiempo medio segundo unos siglos del pasado futuro. Lector, debe estar usted asombrado o aburrido, tal vez abumbrado o asombrido; todo parecido con la realidad es mera incoincidencia, pues su realidad es la mía y mi realidad no es la de nadie, al ser lector es usted una mera esquela en mi inmenso periódico de tonterías; lo cual lo hace un asunto delicado, pues, pues, pues, las tonterías son eso tan sencillo y serio, como ambiguo paradójico y por no decir más, mil y un millón de ceros de conceptos opuestos, yuxtapuestos a la carta, para hacerlo vomitar y destruir este lacónico documento de cer-incertidumbres.

Más sin embargo, embargando estoy estas palabras al desafiar las fronteras del muro de un único ladrillo, de un único e infinito vacío en el cual las cosas como las no cosas perduran y perecen simultáneamente en la pluralidad del ¨semos¨ y ¨mudímuslo¨ de esas tantas cosas y no cosas que al final le - yo nos llevan tan lejos que incluso llegamos a vernos la espalda al pasar a marcha de tortuga por los hiper-espacios hiperbólicos de cualquier-ninguna estructura imaginable-inimaginable.

Son entonces tan ciertas como des-ciertas estas mierdades, como puede llegar a serlo un palo de los palotes. Disfrute(to) éste divertimento empalagoso de saltimbanquis y maromeros que a pluma gacha inciden en la no tardía des-incidencia del mal de ojo (lástima, ojo es palíndroma). Pues sí, sin mas ni menos termino esta gorda maltrecha comenzando mi relato con el final del mismo.



FIN.

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