sábado, 27 de noviembre de 2010

CIRCULAR NO.1

Hay tantas cosas que no pueden ser dichas con la diatriba de un lengua húmeda, sin pensar un sólo instante en el cúmulo descompensado de un tacto aromatizado y el himno de una bocina lejana, impartiendo con su cúpula de decibeles un estornudo intempestuoso. Una ventana que se funde con un espectador, impartiendo así la oda a la amalgama, pulcra, indecente y plañidera. Sólo un sórdido espasmo de cuerpo alterno puede acallar por fin un destello irrefrenable de efemérides inconclusas y concupiscentes. Nada pues exhorta al derecho de un grafismo mal formado, en un sencillo punto de ruptura... descarado y desenfundado como un florete que deviene en guardia a la vista su oponente; escapista y desmontado como el efímero placer de la tergiversación de ondas al vacío, sin descuento ni premura. Para qué evocar al orden si al final todo se hace impulso a menor o mayor medida. Para qué sopesar los sollozos si todo lo percibido no ha de apercibirse, por ese hecho tan simple que se monta en desesperos e irrumpe en la blancura de la hoja, para perderse en la amnesia cenestésica de la cefalea, a tono teletransportado y finura inmaculada... plena del matiz del desespero y la asfixia provocada por alternos. Un desfile en pasarela y todo habrá acabado; hundiéndose mediante el flote de los destinos e incorporándose, segundo a segundo, en la suprema sutileza de la incomprensión adrede. Lugares sin lugar y un espacio más, que reclama lo suyo. Un derecho ineluctable, que con el caer de lluvias varias, se declara así pugnado en la rebeldía de sus coherencias. Ya el todo reclama su universal, dejando atrás los vahos de lo escuchado, desdeñado y exportado. Un viaje más y todo habrá terminado... en tú, en yo... en ellos.

jueves, 16 de septiembre de 2010

NÁUFRAGO.


Se sumerge entonces en plásticas

piezas remembradas en suspiro inocuo

de carencias voluntarias.


Un error... efímero;

les recuerda a todos los yo

que la perpetuidad es frivolidad

con pan y mermelada.


Los conceptos esmerilados

desdibujan los holocaustos

sin dar previo aviso a sus

detractores, para negar lo que sucede,

entre los gritos y consignas

de los cientos, de los miles,

de los nuncas, de los somos.


La nostalgia y sus hermosas

ambigüedades color de piel

y luz de media noche; tan escasa

como la dualidad entre tormenta

y desazón.


Mas sazón es menos,

sustraída a pixelazos

en sus écrans... sus toi.

THE RIVER KNOWS.

Aquí tembloroso
por fin asiente
un resuello intrigado en
reminiscencias profusas
de un toque delicado
entre yemas que se mecen
una a una tras de sí,
implorando los candores
de un impar suspiro.

Cada segundo ha
de ser expelido por los
poros de color sonrisa
y olor nocturno, pues
es en medio de sus sienes
que se abdica a la pos
de un descaro
enmascarado en atemporales.

Un sórdido sí, tapizado
con sonrisas de un cabello
que se cae, de un espasmo
que se evoca.

Siempre se impide el
paso al lapso:
Se permite el desenfreno
estipulado por sus normas...

no las mías.

Gozar de un feliz desvelo,
intravenoso, antiofídico...
en resta inmarcesible,
irresoluto.

No se conocen,
se hacen conocidos por
la omisión de un fútil
recuerdo futurista....
un... ya no!!

domingo, 5 de septiembre de 2010

WHITE DUST.

Son cuarenta y nueve imágenes en simultáneo,
Era ya de noche y brillaba en su palidez,
cada imagen... fulgor de un segundo,
Sus ojos, patente desorbitada; indagaban por omisión,
una vida infinita, irrespetando la calamidad de las culpas,
perdíase una perfección, inmaculada,
al decirse encantada,
todos cuadros, piezas remembranzas,
por un decamerón de especulaciones,
sin dejar el recinto, templo de autocomplemento,
un bouquet de ensueño, brillo de fina opacidad
e impensada silueta,
fundido para siempre en el súbito decantar,
de arribo al centro punto; huésped de sus labios,
transmutacia via el descaro de un verbo,
razón de un simple abrazo,
de un tiempo propincuo... en resta ubicuo.
un escape celestino, una noche, un destino.

sábado, 29 de mayo de 2010

RICAURTE.



Este relato, no tiene nada de diferente a los demás de su tipo, sin embargo estas similitudes procaces constituyen en sí la pócima para determinar su escasa unicidad. Comienzos como todos los demás en días de lluvia con declives varios, producto de las innumerables consideraciones del día; sillas, rostros, uno que otro monitor y a la final nada, simplemente ladrillos fúnebres que embotan la calistenia y hacen que uno se sumerja por momentos en lo que el ciudadano de a pie denomina... cotidianidad.

No podía pensar en algo distinto, mis repetidos ataques al pecho. No sabía el porqué o tal vez sí, el cigarrillo puede ser una causa, pero ser honesto con mis vicios no me proporciona tranquilidad y hace que me refugie en los extramuros de la beatitud que profesa la bondad del hombre con sigo mismo. Jamás se entendió a cabalidad el concepto, empero debe ser enumerado para hacer espacio en las cosas de siempre que ya no desean serlo. Voces que nos llaman y se hacen más agudas hasta lastimar el tímpano de la coherencia... que dolor tan jodido, me quiero ir ya; simplemente llueve.

Deseaba comer uno de sus turrones, pobre hombre... bah que mierda su garganta tostada por la gloria colombiana del tabaco. No pudo. Se llega la hora y por fin se va.

Qué puedo decir sino otra cosa diferente a escapar de ese lúgubre cubo elongado, dónde no hay gusanos sino ¨hombres grandes” de manos decrépitas; semejante eufemismo a la gloria de un porvenir ennoblecido con flores y galardones. Soy viajero y mi tiempo casi acaba, debo huir, perdernos para nunca y para siempre, escaparnos tras el velo de la plena conciencia general y la difamación adversa.... perdernos, quién sabe, que sé yo.

Cae por fin la noche y Él que piensa en Ella, o por lo menos, su mente hace el esfuerzo por dibujar su rostro y otras partes para su goce exclusivo; percibe entonces la cercanía a aquel remedo de vagón, esquelético por no decir más. Paga y piensa en el trayecto cuán estúpido es por no ejercer su sagrada voluntad de hacer lo que se le da la gana... colarse, por supuesto. Al F28 no le cabe un tinto a cucharadas; no me meto ahí ni por que me paguen!!

Siempre rostros, aromas, perfumes, mujeres bellas que recuerdan el placer de la admiración y otras tantas cuya descripción harían parte de un catálogo desgonzado y miserable que evoca al tan distinguido hábito de girar el rostro y escupir por dentro. Nada que hacer, las 7:28 pm y nada que pasa alguno de los gusanos, medianamente desocupado. Hay que tomar decisiones, así como hay que beber un aguardiente que servido está; G5, me monto y yá, que me lleve el diablo o que me traiga quién me trajo. La única gracia del momento siempre radica en aquella profesa pueril y efímera de sentirse seguro, con la tácita expectativa de evadir las masas tumultuosas para caer a un agujero, más profundo y más oscuro, pues he de recordar que las luces sólo se utilizan en momentos de emergencia, emergencias que se consideran según el bolsillo y el peso del considerado.

Se ubica en los espacios abiertos del primer vagón, a fin de no estorbar a nadie y evitar cualquier situación indeseada, cualquier flujo gástrico en las entrañas de semejante injuria roja que circula a título de transporte urbano; alguna contracción transmutada en la emisión de cualquier gesto que dada la situación se interpreta como ofensa que debe ser contrarrestada con la mayor de las furias; como la de las personas que no van a ninguna parte. Seguramente ya no voy a ninguna parte, es uno de esos días en los que me siento ajeno a mí y por tal razón me hago más cercano a mis utopías, una de esas tantas se gesticula en un reflejo gota a gota de una mujer que me observa con discreción y me perturba con una laxa exaltación que... mierda hace frío y esta tos no me deja. Nada que hacer, se miran uno al otro sin mirarse, usando vidrios, las miradas implementadas en el aire por acción del oxígeno en la dispersión de la voz, un concejo a un extraño; pobre idiota... recurriendo al cliché del desorientado para hacerse presente en el plateau de la seducción. La mira con su distracción, piel gitana, olor a azúcar morena, un tatuaje que repele y da fastidio, condonando un fetiche existencial; anima del descaro y reducto de uno que otro trauma. Las sensaciones de asco y placer se entremezclan en un cocktail ajenjudo, hada verde como la cinta que rodea una de sus trenzas indistintas. Pero que hace una persona de ese estilo tan despreocupado en semejante aparato tan preocupante?, seguramente lo mismo que hace una persona preocupada montada en los rieles de un tren de por sí preocupante. Quería saber... saberlo todo y saberla toda, para descubrirla ante sus cienes y perderse en la inagotable fuente del descaro, ese mismo descaro que se manifiesta cuando se estimula sin temores la imaginación, a riesgo de lo que sea.

Ahh!, me tiene harto esa llovedera (por decirlo de alguna manera); tal vez sea un castigo externo a las flagelaciones internas o simplemente sea el concepto tan de moda en estos días... ¨clima¨. No puedo entender como es que percibo sus miradas, siendo que cuando la miro sé que no lo hace , este desconcierto definitivamente me ufana, pero el paraguas que lleva en la mano hace que me retracte. Que habría que hacer en momentos como esos... seguramente nada, no existir tal vez, para sumarme a mi objetividad (cuando lo digo no puedo evitar reírme). La cara de aquella piel canela se me antoja un misterio que deviene en inconsciencia y pureza elemental, una vida loca, escudada en latones descarados, pigmentos cutáneos inyectados y por qué no, alguna que otra cosa inyectada; en suma un decálogo escrito en piel y pregonado con la voz del mudo que se sube a la colina con la piedra por delante, sólo que en este caso no puedo decir nada, no sé si la piedra se le viene encima, si la coloración de su tez es consecuencia de la exposición prolongada al sol... no sé, no se nada.

Le gustaba y lo sabía; únicamente es posible afirmación semejante, pues no hemos podido indagar en la cabeza de esa criatura simple, compleja, blanca, negra... no!!, canela. Anunciaba entonces la voz escabrómica de las entrañas del gusano, la llegada a la estación del trasbordo: Próxima parada Ricaurte. Siempre con una fonética metálica y aguardentosa, definitivamente no es humana, le falta la hipócrita agonía del calor del alma, la misma que se transmite cuando el hombre llora o cuando un niño se hace hombre. Ella seguía allí, decidió agazaparse con cautela tras de Él, con el fin último de usarlo como escudo ante la inminente avalancha de una caterva obtusa de gente cotidiana, quizás más compleja que este par, quizás más simple, a lo sumo personas, a lo sumo existen. Las miradas siguen allí, el radar perceptivo incauta cada una de las señales a fin de regocijarse, piel canela, piel de durazno, piel, piel , piel. El frío es inminente y los torrentes avanzan sin cuartel entre las lozas metálicas del armazón de uso público, la tos acosa y el carácter reverbera... (debí traer bufanda) así como la tos, joroba descarada aparece con su amigo refractario... reflujo. Un mar de proyectiles que por el contexto han de emular a las personas o viceversa, continúan con ritmo acuciante, forzando al ejercicio de los reflejos, forzando al arte de esquivar, creando un cuadro en el que esquiva, es a su vez esquivado y por ende jamás pierde su esencia pura, sigue allí junto a los demás a manera de una sutil amalgama enmascarada en los confines de un Ricaurte que con su despliegue de comunidad pervierte a las mentes locuaces, las ejercita, las hace esquivar. Sólo puedo soltar una de mis risas; me voy a mojar!!

Y para qué mirar el reloj, a sabiendas de que son más de las 8:00 pm y la costumbre te ha hecho nómada, nada que hacer, sólo sigue riendo a fin de que tus pensamientos, caídos gota a gota, como los parpadeos de la que está detrás tuyo puedan articularse y por fin puedan sonar. Como de la nada se emite un golpe en el espacio, un sublime estruendo, en efecto muy sutil:

Necesitas un paraguas?
Creo que te vas a mojar, vamos juntos.

Dos segundos... laxos, epistémicos; la luz ha hablado y se hecho voz; un trueno. Reacciona.

- Vale, gracias.

Caminan pues, caminamos, hablamos y corremos, esquivamos y a su vez nos chocamos. Tactos delicados van y vienen, causales quizá; un índice roza una manga, la marcha continúa y las ideas fluyen una tras otra como en los buenos tiempos de la música de Johnny; en efecto, la misma que ya se tocó mañana, sus palabras ya las oí mañana y las que quiero las oiré ayer. Que afán para vivir cien años si la duplicidad de nuestros espasmos bucales nos entrelazan en un filme creativo de bajo presupuesto; si mis ojos la esquivan como a todas las mujeres que de alguna manera me trastornan. No es amor a primera vista, esas son embolias psíquicas (diría Fernando), meras autocomplacencias a la pos de eludir, de esquivar, de existir. Simplemente que en esa sucesión de instantes, hubo una convergencia unívoca a la gesticulación, una expresión sencilla de dos variables que termina en función de una... se le denomina interés. Bastante curioso de por sí; par de desconocidos que se conocen a través de los artilugios de sentirse desconocidos, de la seducción con pecas y de la repetición de frases enunciadas a fin de establecer una conversación más o menos coherente.


Desea que sea... nada, precisamente eso, en definitiva no es ella y según los acontecimientos recientes, el concepto parece esquivo y el pasado se reafirma en un presente desgastado. Acaba el recorrido y no me le quiero separar, de alguna manera somos tibios en ese horno de lágrimas celestiales. Todo a causa de un paraguas, todo a causa de no existirse. C4 toma ella, F19 tomo yo, lo bello de la vida es que cuando se intenta no vivirla, la misma se lo lleva a uno por delante, sin pedir permiso, tomar o ser tomado... se aleja y se difumina entre esa estructura amorfa de millones de componentes y una relación única; eramos allí.


Lo único que me desvela... gozar de su anonimato. Nunca quise saber su nombre.

sábado, 8 de mayo de 2010

POSDATA.


Epílogo de una carta, posdata:

siempre pienso en tí.



No hay cara que cubra la tuya,

no hay cuerpo que cubra el tuyo,

no hay en mí aquello que hay de tí.



Siempre me pierdo en los espejos

cuando la copa rebasa la cabeza,

nunca me pierdo cuando estás en ella.



Ella, ella y tú, siempre juntas,

amigas de la mano, hermanas

en la sangre... sólo una, sólo tú.


Siempre se me acaba la tinta,

no escribo sobre el papel,

mi espíritu está en tu alma...

no me temas que me matas,

no me mates que te olvido.



Solo muere aquel que olvida,

no me olvides, no me olvides.

El OJO.


Un día cómo cualquiera un hombre se sienta por fin de cara a si mismo para obscultarse y operarse de la infinidad de pesares que lo apremian, súbitamente viene a su mente un instante , tan corto, tan largo como a usted y a mí se nos antojen, si embargo ese ojo, ese ojo que lo mira desde allí aquel lavabo de cocina; la tasa amarilla, un amarillo disgresor y transgresor de los colores del espacio y una tapa azul con aquel toque especial... mango negro plástico de a lo sumo una triada de quinquenios (nada especial, lo sabe). Todo es un concierto de compases insulsos, nimios tal vez que en conjunto no impedían la percepción de su delirio, una toma de decisiones que lo avasallaban sin saber por qué ni tan poco para qué; sólo pasaba por la cocina pues era paso obligado para llegar al escape de la monotonía del lugar... un cigarrillo, una ventana, fósforos, más cigarrillos y una calada; la ecuación perfecta para rematar con el rutilante titilar del reloj del microondas. Esta vez no podía ser del mismo modo, pues la tasa, tan grande y pequeña, derretida por una mala manipulación de objetos calientes, acompañada del desconocimiento natural de la conbustibilidad del plástico. Qué se le puede hacer, es una noche oscura, y la cita aún no ha empezado, pero se siente doctor, cierto?, y se siente sabio, cierto?. Que poca angustia y nada de decencia en un rincón adornado con baldosín de antaño con el amarillo de siempre y las flores que te evocan a mamá... el amarillo, la tasa; interrumpen el balance del momento, quiere destaparla, quiero destaparla pero entre eso y yo no hay concordia, todo el universo parece converger a la divergencia rodeado de absolutos para nada definitivos. Coño!, doctor que pasa, hace rato que no nos vemos... en el espejo; le duele la carita, parece que se ha descuidado... por qué me descuida?, hay que quererse, la medicina no se hizo simplemente para congraciar a los voyeureristas de la carne ni para instruír cadáveres; qué yo me acuerde también se hizo para atender al enfermo y alimentar al que no lo está, ergo, usted. Titila pues el reloj y no hay nada que hacer, once y treinta y cinco, todo sigue en calma por la casa, hacia atrás puede olerse una estructura cónica que adopta la forma que siempre con gusto lo mira pero que a lo sumo no existe, nunca ha existido y por eso mismo continúa ahí, en el cono, que viéndolo desde un panóptico se puede vislumbrar un helado de lo más casual... y helado definitivamente está. Hubo un estruendo complicado, yo lo oí, todos lo oímos, incluso tú que desde allí me examinas con la lupa de siempre en ese cojín reclinable desde dónde... bueno, ya lo sabemos todos y todas. En esa agua turbia e inodora podía proyectarse un cuerpo tendiente a una esfera, mucho menos que eso, pero definitivamente mucho más que eso, un resplandor conflagrado en una ubicuidad de unos cuántos centímetros de dimensión; si se le mira de arriba a abajo, nos invocaba y nos seducía con un potpurrí policromático que borraba categóricamente la magnificencia de una tapa que sinceramente detestaba, sólo que mi engaño y mi autocomplasencia omnubilan esa palidez que condonaba los errrores del momento. Once y veintiocho.... el tiempo pasa, siempre no lineal, escondido en una de las tantas caras que con una arrogancia inerte se escabulle y se siembra en los campos de un espasmo para nunca volver a decir jamás. Apéndices blanquecinos bordeaban los meridianos de aquella excepción a un delirio; me miraba, sólo que no parpadeaba, no podía hacerlo, sus largas pestañas no lo permitían y allí justo en ese instante procuraba unificarnos al eso y al ello para por fin juntos lograr un diagnóstico que concordara con lo imposible y fuese tan escrupuloso y delicado que inoculara la comunión de la salud en cada una de las venas de este cuerpo desconectado en una mente parcialmente conectada a los sinsabores de sabores propios del chocolate que mamá y sólo mamá podrían preparar al hervir ese ojo que nos miraban a todos los que estábamos presentes; por ende yo y nadie más, descargando entonces la risa de un buey enamorado que perdió la razón para darla a un sistema aislado. Era todo lo que pedía, un cigarrillo y en la tasa... el desayuno.


FIN.

martes, 13 de abril de 2010


FANTASMOGÉNESIS O MANUAL DEL BUEN FANTASMA.





He de especificar que la condición de ser fantasma no es inmanente a la necesidad de ser difunto. Este corto manual, no es otra cosa que un instructivo para pasar desapercibido, entre ya sea una multitud o una persona no deseada.

Para leer el siguente documento, ha usted, prospecto, de ubicarse en un lugar de preferencia concurrido y sintetizar su mociones en un alfabeto reducido, que con suerte y algo de práctica, sólo podrá ser leído por usted y nada más que usted. Un comienzo trivial aunque efectivo, consiste en la observación propia de su rostro frente a un espejo(se recomienda que sea limpio, pues las manchas propias de residuos corporales: acné, mucosidades y demás, dificultan de sobremanera el desarrollo pleno del presente ejercicio), preferiblemente de cuerpo entero, colóquese el uniforme de sus problemas y empiece a pensar. Acto seguido mírese con desdén y encuentre las manchas que de por sí ya tiene; nadie es limpio per se. Puede comparar su ridiculez con la usted mismo, no se desgaste en autocomplacencias de seguro encontrará las diferencias. Si de repente siente entre pecho y espalda un espasmo irregular que inconscientemente contrae sus mejillas y le dibuja un arco elongado cuyos puntos inicial y final coinciden con las comisuras de sus labios, no se asuste, ha alcanzado el objetivo de la actividad presente; la sátira de sí mismo. Ahora bien, con la nulidad de su autorepresión, el paso inicial ya está dado, ha logrado ser su propio fantasma por un momento breve. Si el ejercicio le ha causado agotamiento físico o quizás no puede contraer su rostro, tome una pausa, la estupidez es inevitablemente cómica, de seguro la suya lo es más.

No se aconseja sentirse pleno y realizado, aún hay mucho más que aprender, pues no siempre es útil escapar de sí, si en la praxis se sigue siendo absorbido por las muchedumbres de las que seguramente hace parte. Para continuar, se sugiere estar inmerso en una crisis ocupacional lo suficientemente complicada, como para gozar del tiempo necesario, para un estudio más profundo. Ubíquese entonces en un lugar lo bastante turbio (de preferencia el sitio que desmoronó el orden de su diario proceder) y trate de consumir aquello que lo conforta, cabe resaltar que las sustancias ilícitas no se recomiendan, pues puede acarrearle problemas legales y desórdenes precipitados que lo harán ver más obtuso e impedirán que se desvanezca por momentos. Proceda a bordear el lugar e inspecciónelo con la cautela suficiente, no demasiada; y nútrase de la imagen proyectada en la primera parte, evite la risa, principalmente. Siéntese en un área concurrida con una posición lo suficientemente rígida, como para aseverar una apariencia poco comprometida, lo que con el pasar de los minutos lo hará parte del inventario y llevará su peligrosidad al mínimo. No se preocupe, la gente llegará poco a poco y no se sentarán sobre usted, por el simple hecho de verlo beber algo y/o aspirar mecánicamente una bocanada del cigarrillo de su predilección. Habiéndose reunido un grupo lo suficientemente numeroso, puede usted dar rienda suelta a la nimiedad y a la amplificación monumental de sus capacidades no visuales para involucrarse lo suficiente como para no divagar en la cacofonía de sus voces y/o aromas y con algo de constancia, estar allí sin moverse un centímetro.

Si de momento lo invitan a sumarse en la discusión, escape como pueda, pues ya lo han visto y el ejercicio ha fallado. El éxito del mismo se concreta al momento de la ida voluntaria de los partícipes o la suya.


Nota: Este manual es de utilidad controvertida, si lo ha leído y lo considera útil de alguna manera, se le recomienda encarecidamente que busque algo en que ocuparse, pues de lo contrario terminará escribiendo folletines similares que delatarán sus problemas laborales y por ende personales.

miércoles, 31 de marzo de 2010

AMALGAMA.

I

Hablar del hélio en
las cabidades encefálicas;
todo un adorno que vislumbra
una cefalea.

Un recuerdo aquí,
un comprimido allá,
escondido de las fachas
de la higiene...

La asepsia, algo
de por no bastante sencillo,
una mirada hacia el exterior-interior,
hacia nosotros-ellos.

El fénix ha hablado
y yo de por mí, lo sigo.

II

Calistenia de vapores
en un vaivén califragilístico,
en plenos pensamientos
de color epidural.

Pasado y preturo
de cabello corto,
de inmensa pampa,
de ardor porteño,
de adiós mocoso
y un hola longebo...

Para qué escribir si
están los libros y para
qué pintar si las polaroid...
son de hoy; las tintas
son de ayer.

Qué más decir si
no hay nada por,
qué más pensar si
a lo sumo no hay en quién.

Qué más...
Qué más...
Qué más...
EL ANDARIEGO.

Montañas varias, apresan
fielmente un nombre desconocido
bajo arrollos de muda locuacidad.

Son tantas las voces
de aquellos momentos que
coartan el fervor de un verde
quizás universal.

Un millón de ecos grácilmente
superpuestos en caidas de agua
de siete colores; conocidas sólo tres.

Conjurar y perjurar entonces...
todo lo bello en una sola palabra;
no hay palabras, sólo cuarzo y oxidiana,
sólo monte y montañeros,
sólo yo.

Los muertos a sus árboles,
aún mi tiempo no ha llegado,
he de beber cada uno de sus
tiempos hasta la píldora final.

Arah wareh, arah, wareh!!

lunes, 22 de marzo de 2010

IMPULSO.
Qué colmo de vaguedades todas estas, letras inmanentes que me miran indiscretas. Todo esto es si acaso incipiente, por no decir otra cosa. Definitivamente el arte de escribir es para aquellos que poseen las virtudes de la vicisitud del mal oficio de ser librero entre historias propias e intangibles entre un mar de mares de cabeza al sol; sol que en sí mismo no es otra cosa que una misma cosa partida en mil pedazos con retazos infinitos de vacío entre sus haberes. Al no esperar nada de estos grafemas, no doy marcha atrás y permanezco en pie de lucha, en busca de una lucha para continuar en pie de... ya sabemos. No podría suponerse entonces que los pasajes de un laberinto fueran simples líneas rectas (segmentos breves) o sí?

Narrar a pulso del impulso, eso si es madera, qué árbol más ridículo. Esas exquisiteces de la mala ortografía que nos endulzan el paladar de la ignorancia, son como atalayas panegíricas prestas a la vigilancia de un café con leche, café con leche, café con leche, leche con café, chele noc fecá, nocféca chele, eleche onc efac, shhhh..., crr!!.

Por fin, creo entonces que él, yo ella, he despertado del despertar y para colmo yo nos estamos dormidos sueño en un que parece empieza a salchichas huevo y tocino; qué branquistocrona tan absurda, tan coherente, tan armonicotóxica, tan mudelocuente, tan, tan, tan... tan de nada y gracias. Si, si y si, negativo, negativo y por fin neutro y por principio no neutro, reactivo... !!Examen!!.

Su país estamos en constitución de estado permanente, el arte de escribir es para los mancos con sus máquinas de viajar en el tiempo medio segundo unos siglos del pasado futuro. Lector, debe estar usted asombrado o aburrido, tal vez abumbrado o asombrido; todo parecido con la realidad es mera incoincidencia, pues su realidad es la mía y mi realidad no es la de nadie, al ser lector es usted una mera esquela en mi inmenso periódico de tonterías; lo cual lo hace un asunto delicado, pues, pues, pues, las tonterías son eso tan sencillo y serio, como ambiguo paradójico y por no decir más, mil y un millón de ceros de conceptos opuestos, yuxtapuestos a la carta, para hacerlo vomitar y destruir este lacónico documento de cer-incertidumbres.

Más sin embargo, embargando estoy estas palabras al desafiar las fronteras del muro de un único ladrillo, de un único e infinito vacío en el cual las cosas como las no cosas perduran y perecen simultáneamente en la pluralidad del ¨semos¨ y ¨mudímuslo¨ de esas tantas cosas y no cosas que al final le - yo nos llevan tan lejos que incluso llegamos a vernos la espalda al pasar a marcha de tortuga por los hiper-espacios hiperbólicos de cualquier-ninguna estructura imaginable-inimaginable.

Son entonces tan ciertas como des-ciertas estas mierdades, como puede llegar a serlo un palo de los palotes. Disfrute(to) éste divertimento empalagoso de saltimbanquis y maromeros que a pluma gacha inciden en la no tardía des-incidencia del mal de ojo (lástima, ojo es palíndroma). Pues sí, sin mas ni menos termino esta gorda maltrecha comenzando mi relato con el final del mismo.



FIN.

domingo, 14 de marzo de 2010

RAZIAS

No podías escribir y aún lo haces, tu cara impúdica criticaba tus versos con la hoja de la cuchilla. No puedes hablar de la amargura pues tu boca sabe a eso y lo sabes. La candidez maquiavélica nos perturba a todos en este salón de borrachos y maricas que se pierden día tras día en la lozanía de esa misma costumbre que nos absorbe. Ya no quiero hablar más de relojes Roiger, me cansé de su sonido y a lo sumo tú también. Es menesteroso cuando la puta que te comes lo enfatiza. La hora papi!, la hora papi! Y la puerta empieza a sonar. Vale poco si te vienes o no, el caso es que al final siempre cobra y desafortunadamente no es barato; lástima, bien buena que si estaba.

Nada más está fuera del alcance de este espectáculo, enfatizado en esquemas retóricos y basura simbolista que tanto detestas y a la vez te nutre. Es como la ida al baño de Solano Patiño, de algo tan detestable como una puta diarrea se esgrime una belleza individual oculta tras las bambalinas de las baldosas con pálidos colores que incitan a la reflexión en plena descremada. Si señor, sus ojos lo partían en miles de fragmentos desdentados. Él se sentía vulnerable, se lo acababa de confesar, sin embargo ella que hace... lo que todo el mundo, porqué culparla, es un ser humano después de todo; da vuelta al trasto y se cae en lágrimas por odios escondidos. Qué canalla es el personaje, definitivamente lo es; como fragmentar el corazón en sutiles movimientos, tan sutiles como sólo yo lo sé, como sólo él lo sabía, simplemente se hizo el inadvertido y se regocijó en los jardines plenos de rosas que pasan a velocidad de crucero por la luz de un breve túnel. Nada más que contar.


Sólo fue una noche; definitivamente no una como todas las demás, esta si tenía cara... y que cara!. Nada podía esconderse, las luces en esa oscuridad ubicua no dejaban nada a la imaginación, simplemente había que correr y alcanzar la meta, en los lugares más recónditos. Ese pobre temporal se había detenido por vez primera bajo el impulso subsónico de la conciencia más pura. Pero a que se puede aludir en las instancias del despertar, era todo lo que no era y a su vez siempre había sido. Una llamada no puede detener los cambios de constelación, sólo las luminarias estaban allí velando el insomnio de la galanura y el deseo metafórico. Cada segundo contaba, cada cambio se hacía más relevante en su forma más refinada, sin embargo nunca hubo un porqué, nada pedía a la situación que se actuara sin sentido y a su vez con el más turbio de los objetivos; la pérdida del suelo que corrompe y que pervierte, tornándonos en entes libres de contexto y rezagando las sensaciones a los aromas más ininteligibles. Mas aún, los espacios, los laberintos, las sillas y a lo sumo una que otra persona transmutaban la acidez del licor, haciéndolo emigrar con tonadas afro-antillanas, al desdén más apostata que pudiera concebirse. El abandono de los credos, siempre un proceso bastante complicado, exhortaban a la candidez y dar siete pasos a la par de uno solo.

Ah, mi buen Roiger, si pudiera explicar de una manera más sencilla cada una de las cosas que suceden cuando ya no pasa nada. Nos estábamos frustrando, eramos mantequilla en un triste sartén caliente.

NATALICIO


Es inefable ver carencias en

esbozos fatuos de carácter inmarcesible.


Las ambivalencias ya no saben

desvirtuar la cara del sí mismo

frente a su frenético yo...

en dos personas, en una;

jamás en ninguna.


Desafiar lo de siempre

en pro de una escalinata,

en contra de una sábana chata,

al centro de ese cosmos

que obnubila e hipnotiza

la garganta deseosa de cigarrillo.


Como romper esquemas

si del molde solo manan

las lágrimas a risotadas,

los espasmos canallas,

de un abúlico calipso.


Si, si y si; calipso,

que contorsiona la

dicotomía, que elonga

la memoria y copula

con la ridiculez.


De todo eso...

algo nacerá.